Castelo de Bran, na Transilvânia.
Brasão de armas da família Draculescu (s. XV)
Así pues, nos hemos
propuesto un enfo-
que diferente. To-
mando a Vlad Dra-
cul como referencia
puntual vamos a desplegar un
extenso análisis geopolítico de la
que es, sin duda, la gran desco-
nocida de Europa, el sureste que
desde los Balcanes al Mar Negro,
suscita aún hoy interrogantes y
es objeto de profundo desconoci-
miento por parte de los europeos
occidentales. Para ello, iniciamos
un fascinante viaje en el tiempo
que nos retrae a la más remota
Antigüedad... En el principio de
nuestra historia colectiva como
continente, nos encontramos con
Grecia, siempre Grecia, cantada
y admirada por generaciones in-
contables de poetas y todo tipo de
artistas. Y el primero de tan prolí-
fico linaje fue el griego Homero, el
bardo ciego que nos dejó la Ilíada
y la Odisea. Para el objetivo que
nos hemos marcado, nos interesa
resaltar tan sólo un aspecto: en la
dicotomía que establece Homero
entre “griego” y “bárbaro” ocupa
un papel preponderante el pueblo
escita y Escitia como lugar por
antonomasia del “Otro”. Escitia,
tierra situada al noreste de la Hé-
lade, en torno a las costas del Mar
Muerto. Si el persa es el otro co-
nocido, el escita es el bárbaro ab-
soluto, que no posee una tradición
cultural definible y que por ello
causa un terrible recelo al hombre
civilizado. Parecía que esta parte
de Europa estaba destinada a ser
la Escitia del imaginario colecti-
vo europeo de siglos posteriores,
y por eso he comenzado mi rela-
to en este punto: toda la Europa
suroriental ha sufrido, como ve-
remos con detalle en las páginas
posteriores, el estigma de ser una
especie de enorme no man’s land
crónico, favoreciendo los perso-
najes típicos de frontera, la men-
talidad extrema del territorio que
se sabe periférico y sin definición
sólida. Como diría el insigne Fer-
nand Braudel, la geografía es un
factor decisivo para explicar la
historia: hemos de tener en cuenta
que la historia de lo que sería Eu-
ropa se articula entorno al agua,
primero el Mediterráneo, luego el
Atlántico. Desde esta perspectiva
ocupa un lugar marginal, lejos de
los grandes centros de decisión.
Un territorio de orografía com-
pleja, que favorece el aislamiento,
de clima muy riguroso, y que por
su situación respecto a los ejes ....
Juan Miguel Reyes
Licenciado em Historia
Revista Medieval
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